
«En el invierno de 1942 el ejército alemán tomó la estación internacional de Canfranc en Huesca como si se tratara de un territorio más de la Francia ocupada. A pesar de que en sus dependencias se instalaron una brigada de Alta Montaña de Baviera, varios agentes de las SS y algunos miembros de la Gestapo, los protagonistas aragoneses, aquitanos y bretones de este libro ayudaron a cruzar por aquí de forma clandestina a miles de judíos. (…) Para muchos perseguidos por el régimen nazi, la esperanza se llamó Canfranc».
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